Bizancio: el imperio que hizo posible la Europa moderna

[Byzantium]
Año: 
2007
Género: 
Público: 
Editorial: 
Debate Editorial
Año de publicación: 
2009
Páginas: 
494
Valoración moral: 
Género: Pensamiento
Sin inconvenientes.
Requiere conocimientos generales en la materia.
Lectores con formación específica en el tema.
Presenta errores doctrinales de cierta entidad.
El planteamiento general o sus tesis centrales son ambiguos o se oponen a las enseñanzas de la Iglesia.
La obra es incompatible con la doctrina católica.
Calidad literaria: 
Recomendable: 
Transmite valores: 
Contenido sexual: 
Contenido violento: 
Lenguaje vulgar u obsceno: 
Ideas contrarias a la doctrina de la Iglesia: 
La calificación de las distintas categorías proviene de la opinión de los colaboradores de Delibris

Durante mil años un extraordinario imperio hizo posible que Europa alcanzara la modernidad: Bizancio. El Imperio bizantino fue una sociedad audaz y resistente que combinaba, por un lado, la fe ortodoxa con el paganismo y, por el otro, la sabiduría clásica griega con el poder romano, para producir una civilización tan dinámica como poderosa, que plantó cara durante siglos al islam.

La fascinante obra de Judith Herrin descarta el enfoque cronológico de las historias habituales de Bizancio para dedicar cada uno de los capítulos a un tema concreto, como la arquitectura (con la construcción de Santa Sofía de Constantinopla), un conflicto religioso (la iconoclasia), sexo y poder (el papel de los eunucos), un personaje extraordinario (la historiadora Anna Kommene), un símbolo de la civilización (el tenedor) o una guerra expansiva (las cruzadas). Así logra una historia más amena y accesible del imperio desde la fundación de su magnífica capital, Constantinopla (el actual Estambul), en 330 hasta su caída ante los turcos otomanos en 1453. Un panorama fascinante y detallado de las fuerzas y creencias vigentes durante el milenio medieval, este libro es también una contribución original a las obras de historia. Presenta los resultados de muchas investigaciones recientes, al tiempo que recrea la vida de Bizancio para el público general. Escrita en la tradición de la Ilustración, por fin acaba con los estereotipos y las caricaturas de la pasividad y la decadencia de Bizancio que popularizaron Montesquieu, Voltaire y Gibbon.

La autora es amena al escribir y demuestra ser una gran conocedora del Imperio bizantino. Desarrolla su libro no de manera cronológica sino temática. Aunque no parece tener fe, si tiene un conocimiento del dogma cristiano que se manifiesta en su análisis de la crisis iconoclasta y el cisma ortodoxo de 1054. En su defensa de Bizancio, quizás en ocasiones se manifiesta muy crítica con el Papado y la Iglesia Católica. Es especialmente dura en su juicio sobre el saqueo de los cruzados cristianos a la ciudad de Constantinopla en 1204 en el marco de la cuarta Cruzada.