
Es el n. 8 de la saga de Harry Bosh. Un médico insiste en que su perra ha encontrado por las colinas de Hollywood un hueso humano. Con la ayuda de antropólogos forenses, Bosh descubre que es del esqueleto de un niño de alrededor de 12 años que fue asesinado hace más de dos décadas y enterrado después de haber sufrido numerosos maltratos físicos. El hecho despierta además de la conmoción general un especial interés dentro del equipo de investigadores.
Es un thriller con una historia cruda, buena trama, de fácil lectura, mantiene la tensión por la intriga, atrapa al lector, tiene giros interesantes y secretos oscuros. Es una exploración de la maldad humana que enfrenta a dilemas morales y personales. Algunos personajes están buscando su redención porque se arrepienten de su comportamiento maligno. Bosh aparece como héroe defectuoso.
Tiene varias escenas de sexo explícito cuando Bosh y Julia Bresber, nueva agente en la división, tienen una relación sentimental y acaban durmiendo juntos en la casa de alguno de los dos. La pedofilia se menciona, hay personajes que la han practicado pero el autor la condena claramente y no aparecen detalles. Son duros los momentos en que se describen los huesos del niño ajusticiado.