
La historia del pensamiento conservador no es fácil de desarrollar, como tampoco es sencillo determinar las bases de su pensamiento. El pensamiento conservador es una falacia en sí mismo, no es conservar por conservar y si bien el tradicionalismo se puede englobar dentro de esta manera de pensar, también el liberalismo, en el sentido europeo, se ve como una forma de conservadurismo. El conservadurismo no es revolucionario, se apoya en la evolución, tampoco es colectivista, pero tampoco es individualista y no desprecia la justicia social. Hay muchas formas de entender este pensamiento y también la manera política de actuar; de hecho, los partidos conservadores de cada país tienen sus propias características. Scruton, uno de los filósofos políticos más brillantes de los últimos años, intenta, con su embrollada y a veces compleja forma de escribir, desarrollar la historia filosófica del conservadurismo desde una prehistoria, surgiendo desde la revolución americana y luego la francesa con sus gritos de libertad, pero inseparablemente unida a la igualdad y a la fraternidad. Los hechos hicieron ver que esa unión de ideas no era tan sencilla. Hobbes, Harrington, Locke, el barón de Montesquieu, Hume, Adam Smith, Jefferson, Burke, Kant y Hegel son los pilares amplios y, a veces, discutibles de la filosofía conservadora frente a los arranques revolucionarios marxistas. Chateubriand y Tocqueville rechazan aspectos de la ilustración mientras en Inglaterra aparece el conservadurismo cultural que desde Coleridge y Bentham sigue una larga línea que llega hasta T.S. Elliot y a Leo Strauss, en los EEUU. Será la escuela austriaca, de von Mises y Hayek, quien pondrá las bases modernas del liberalismo económico moderno. Muchos otros pensadores aparecen en esta historia, algunos muy desconocidos y otros algo mejor conocidos, como Simone Weil, Gustave Thibon o José Ortega y Gasset. Es un primer paso, pero queda mucho por hacer y más por esclarecer, tanto para definir el concepto de “conservadurismo” político, económico y filosófico como establecer los pensadores que lo sostienen.