El contenido del libro queda bien señalado en el subtítulo: 75 clásicos para una geografía del alma. Esta obra tiene especial interés en nuestros días en los que se ha olvidado la formación en los clásicos que hace unas décadas era habitual. Se trata de una recopilación de textos de grandes autores que abarcan todo el mapa de la naturaleza humana, con sus luces y sombras, sus grandezas y mezquindades. Entre los temas tratados están el trabajo, la vida, la bondad, el silencio…. cada texto ha sido bien elegido, con un toque singular.
El objetivo del autor es doble: el primero mostrar que el hombre de hoy es igual que el de hace siglos: deseos, desdichas, alegrías, sufrimientos, porque existe una naturaleza humana común; es como un dardo envenenado que mata todo posible relativismo. El segundo es facilitar el acercamiento a la sabiduría de siglos que ayuda a pensar y cuya lectura conduce al gozo literario. Está dirigido a un público amplio: para algunos será un primer encuentro y para otros un grato recuerdo.
No me resisto a escribir algunos ejemplos para animar a su lectura. Antígona en el siglo V A. C. , de Sófocles al hablar de la ley natural afirma “esas leyes divinas no están vigentes, ni por lo más remoto solo desde hoy y desde ayer, sino permanentemente y en toda ocasión”. Séneca considera que la mayor pérdida de la vida es la dilación: “el mayor estorbo para vivir es la expectativa que, estando pendiente del mañana, pierde el hoy”. Por su parte, Montaigne comenta: “En la verdadera amistad, en lo que soy experto, me entrego a mi amigo más de lo que lo atraigo hacia mí”. Y cierro con una afirmación de Gómez Pérez que me parece magistral: “Llamar ‘loco’ a don Quijote es no haber entendido nada: su lucidez es extrema; por eso ve el mundo no como es sino como debería ser”.