Jess Turner-Bridges es una periodista de mediana edad, natural de Australia, pero afincada en Londres. Un día cercano a Navidad recibe una llamada: su abuela, Nora, la mujer que la crió, tuvo una mala caída en su casa y está ingresada en el hospital. Jess decide acudir a cuidarla. Las pocas palabras incoherentes de la anciana en el hospital, y saber que estuvo especialmente inquieta desde que recibió la carta de un abogado del sur, conducen a la periodista a investigar sobre su propia familia, y un desgraciado incidente ocurrido en la Nochebuena de 1959.
Kate Norton repite el esquema de libro que tan buen resultado le ha dado en otras ocasiones, sobre todo con El jardín olvidado. Cuida especialmente la ambientación, como siempre, aunque en ocasiones estira demasiado el libro y puede resultar aburrido. Es especialmente cuidadosa en la descripción de los personajes femeninos: la protagonista, la abuela, su madre, y las personas que intervienen cuando narra los hechos de 1959. Es cierto que es fácil adivinar el final, pero aún así el libro gustará a los lectores habituales de este tipo de novela costumbrista. Hay alguna situación más irregular (adulterio, hijos nacidos fuera del matrimonio), importantes para la trama, pero no especialmente molestos.