
Comedia en dos actos, estrenada en 1964. La acción, en una noche de carnaval, en pleno siglo XX, permite intercalar algunas canciones, pero admite simples recitativos. Ella y Él (sabemos su nombre, Juan, pero no el de Ella) se encuentran y se separan, acá y allá, en un romance con alternativas, las propias de una acción quizá soñada. Así termina el Acto I. El Acto II complica la trama, quizá con excesivos mutis y apartes, apoyados en el recurso de los diferentes “disfraces” reservados en un baúl, pero que transforman a quien los lleva y representan las diversas épocas de la vida. El conjunto deja la impresión de que el amor perdura siempre el mismo, sea Juan joven o viejo: mensaje positivo, sí, pero oscurecida esta finalidad buena por “recursos” ilícitos; en concreto, las pasajeras aventuras extramatrimoniales. Cabe señalar también que el argumento da pie para abusar de vestuarios frívolos: por Ella no pasa el tiempo, será siempre joven, tal como pide el libreto