
En una época en la que abundan los problemas de estrés, baja consideración de uno mismo y soledad, este pequeño libro explica que la verdadera fuente de paz interior y autoestima es el amor a Dios y a los demás. Es precisamente el afecto al prójimo y el desprendimiento personal lo que lleva a la felicidad plena, ya en la tierra y luego para siempre en el cielo. Un afecto a uno mismo desordenado lleva a un cierre interior, a un crecimiento de la soberbia y finalmente a un rechazo de uno mismo.
Pero el corazón del hombre desea siempre llegar a más, a ser plenamente feliz. Dios es el único que ama siempre a cada persona tal como es, y precisamente por ser así. Sólo quien se ve como hijo de Dios y se da a los demás supera plenamente los problemas de autoestima.