Novela costumbrista ambientada en la huerta valenciana. Una parcela está sin ocupar pero todos la evitan, hasta que una familia campesina y la arrienda en favorables condiciones. El ambiente anarquista en el que se formó el autor se refleja en el modo de tratar los aspectos de la vida de los habitantes de las barracas de la zona. El Tribunal de las aguas tiene potestad sobre el riesgo, los campesinos consideran que lo que ocurre en la huerta lo resuelven ellos entre sí; a veces de forma violenta. Los dos personajes centrales son el campesino que acaba de llegar con su familia y un líder local, que destaca por su brutalidad. Se teje un odio silencioso en torno a esa familia, considerada intrusa; los hijos son despreciados en la escuela, salvo cuando fallece el más pequeño. Un entorno solidario les arropa, hasta que olvidan ese momento y se vuelve a la inquina anterior. Esa barraca tenía un pasado sangriento y parecía inexorable que se diera un nuevo drama. El odio y el acoso lleva a un enfrentamiento armado entre Batise y Pimentó, el varón de la familia recién llegada y un líder campesino; los vecinos ven venir la tragedia como si fuera inevitable.
El autor considera que el origen de esa conducta es la costumbre; Un tono fatalista rodea el relato, como si los hechos fueran inevitables. La novela destaca por la calidad narrativa más que por el argumento; la premisa implícita diluye la responsabilidad personal.