Una de las obras de teatro más conocidas de Calderón de la Barca. Sigue la historia de Segismundo, príncipe heredero que cuando nació, una profecía le marcó un futuro terrible, por lo que fue encerrado en un castillo, prisionero de su destino. El rey decide darle la oportunidad de probar que las profecías se pueden equivocar y que es una buena persona: a través de un brebaje le hacen creer que está soñando, lo llevan al palacio real para que ocupe el puesto del rey. Una vez allí, se enamora de una princesa y se rebela, por lo que es devuelto a su encierro.
De vuelta a su celda, el guarda le explica que incluso en sueños se debe actuar con bondad y justicia. Pero el pueblo descubre que tiene un príncipe heredero, por lo que hacen una campaña para liberarlo y devolverle el trono. Segismundo lucha contra su padre y lo vence, pero le perdona, y reina buscando ser bueno. La obra es una alegoría del sentido y del misterio de la vida, la posibilidad del destino o la realidad de la libertad.