Novela final de la trilogía La Reina Roja, y que se ha convertido en un éxito editorial de primer orden. Antonia Scott y su inseparable Jon Gutiérrez se enfrentarán finalmente con el misterioso señor White y su secuaz Sandra Fajardo, en un juego que imponen los malos y del que dependerá la vida de muchas personas.
El autor culmina con éxito la trilogía, resolviendo casi todos los nudos planteados desde el primero de los libros. La moralidad de los personajes, sobre todo de los protagonistas, sigue sin estar clara (no distinguen el bien del mal, el fin justifica los medios), y eso se revela en algunas actuaciones en esta novela. No hay escenas sensuales explícitas, pero el coprotagonista alardea bastante de su homosexualidad, sin influir en el argumento. El vocabulario es bastante grosero, en general, con frecuentes irreverencias a la Eucaristía.