Se trata de una novela ambientada en los años que van de la instauración de Diocleciano a la victoria de Constantino. Entre los personajes, además de los conocidos por la historia (Galerio, Majencio, Maximiano, Constancio Cloro, Elena, etc) se introduce la figura de un pretoriano y una mujer que fue amante de Constantino, después de haberlo sido del pretoriano, Minervina.
De la contratapa del libro copio los siguientes y clarificadores juicios. Il Messaggero: “Intriga, pasión, sexo y asesinatos”. El diario 20 minutos dice: “Batallas épicas, y luchas políticas a un ritmo frenético
Como los dos juicios son verdaderos voy a comentar la expresión “ritmo frenético”, porque las demás se explican por sí mismas. Por “ritmo frenético” se ha de entender superficialidad psicológica, diálogos artificiosos, narradores omniscientes tópicos y mucho morbo. Me explico con lo del morbo: las historias de intriga y sexo son más picantes si los adulterios son con mujeres recién bautizadas. Y, todavía mucho más si se cruzan parentescos, por ejemplo, el hijo de Elena, Constantino, adultera con la esposa de Osio, que es amante de santa Elena y marido de Minervina. Al lector no le preocupa, este fuego cruzado de cuernos, puesto que Osio le cae mal por haber asesinado al padre de Minervina y después se casó con quien más tarde se convertirá al cristianismo.
El crítico de El imparcial, que tampoco ha debido leer la novela dice algo tan original como: “Andrea Frediani no defrauda”. Falso.