
Episodio final de la trilogía que comenzó brillantemente con Todo arde, y avanzó con la tortuosa Todo vuelve. El autor ha pedido expresamente que no se recoja la sinopsis de la novela en la edición, así que seguiré sus instrucciones. Aura, Sere y Mari Paz ya no son el grupo compacto y seguro que se había mostrado en las historias anteriores, rota en parte la amistad por estar todas ellas presas de sus propios secretos.
La historia es deslumbrante. Juan Gómez-Jurado se consagra como una de las mejores plumas españolas de la actualidad, si no la mejor en lo que a novela negra se refiere. La manera en que ha cerrado esta trilogía es para quitarse el sombrero, de verdad. Pero la historia, la sociedad que narra, los personajes, son demasiado oscuros; hasta los más honrados tienen alma negra, o se dejan llevar por los peores instintos. María Pilar, la legionaria gallega, es un personaje muy conseguido, pero muy difícil de tragar, como casi todo lo que tiene que ver con ella. Sere, la informática, ya no es la mosquita muerta que parecía, porque también tiene mucho que ocultar. Y prefiero no hablar de Aura.
Demasiadas irreverencias a la Eucaristía, otras blasfemias y palabrotas en los diálogos de muchos personajes, e incluso en algunas descripciones del propio autor, que para mostrar oscuridad utiliza también esas malas palabras. Y la violencia, física y verbal, es horrible.