En estas breves páginas se pone de manifiesto el ingenio indudable de Oscar Wilde. Aunque su vida y su obra responden a paradigmas diversos y hay contradicciones, es innegable que como esteta defendía el “arte por el arte”, es decir, el arte no debía obedecer a finalidad alguna.
Como se muestra en uno de los cuentos aquí recogidos “El ruiseñor y la rosa”, a veces el arte no es tal o responde a elementos extraños a él, en contradicción con el mismo, como cuando el amor está condicionado por lo económico u otros intereses. En dos de los cuentos (“El amigo fiel” y “El millonario modelo”) es obvia la unidireccionalidad de la acción: el sujeto no espera recompensa pues la felicidad no dependería de la misma. Viene a decir que el arte es tan grande como grande es la generosidad en la amistad o el esplendor en la donación.
Podrían hacerse otras interpretaciones pues algunos han visto en los cuentos una estética basada en la ingenuidad que exaltan la bondad, la caridad, la generosidad, el altruismo, etc., con desprecio de los vicios opuestos como así ocurre en los cuentos tradicionales-populares.
Oscar Wilde (Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde) (1854-1900) nació en Dublín. Mostró una gran inteligencia desde la infancia en que aprendió francés y alemán. Muy joven también recibió un premio de poesía. Conocido por su ingenio mordaz y epigramático, su vestir extravagante y su brillante conversación, Wilde se convirtió en una de las mayores personalidades de su tiempo, aunque se ganó enemigos al fustigar la hipocresía de algunos contemporáneos. Su máxima aspiración fue cultivar la belleza. Novelista, poeta, crítico literario y dramaturgo. La novela que le dio fama, “El retrato de Dorian Gray” (1890), termina con estas palabras: “Todo arte es completamente inútil”. Murió en París en 1900.