La novela arranca el día en que ETA anuncia el abandono de las armas. Oscila entre el presente y el pasado y cuenta la historia de dos familias que, habiendo sido entrañablemente amigas, se separan con la infiltración de la ideología de ETA en el pueblo, que envenena a las personas, a las familias y a la sociedad, dejando tras de sí un rastro de sangre. El autor, con mucha habilidad y sin estridencias, muestra la vida y los repliegues de las almas de sus protagonistas, que se ven, también, afectados por la crisis de valores de la sociedad actual. La fe y piedad que tuvieron los mayores, falta de doctrina, no resistirá los embates de las nuevas costumbres: el aborto, el divorcio, el sexo libre, la homosexualidad, acabará siendo aceptado incluso por los mayores. De hecho, ninguno de los cinco hijos de las dos familias protagonistas logrará formar una familia estable.
En boca de los "gudaris" es muy frecuente el uso de blasfemias, usadas más como grosería que como blasfemias; otras expresiones del génerp están desfiguradas para que resulten menos ofensivas. En la primera mitad del relato apenas hay algún breve detalle erótico, pero en la segunda parte la relación de los jóvenes con sus parejas dan lugar a pasajes eróticos explícitos y prolongados, expuestos en el tono de naturalidad con que el autor desarrolla toda la novela. Novela entretenida, ágil y muy bien escrita. Junto a esto, hay frecuentes referencias a situaciones inmorales -con algunas descripciones- que se ven como normales, y se presenta una visión peyorativa de la figura del sacerdote y la devoción popular a los santos.