
En los años 50, Ítalo Calvino comienza a trabajar en la selección y transcripción de doscientos cuentos del folclore italiano, en busca de la relación entre este mundo fantástico con su impronta medieval y la epopeya caballeresca.
En el cuento de hadas, Calvino ve "una visión de universo total" que supera el tiempo orientándose hacia el pasado, a la vez que nos habla del futuro. Le interesa conciliar el respecto a la tradición con la libertad inventiva del narrador, pues esos cuentos no son puros instrumentos pasivos, sino escritos por un auténtico autor.
Los once cuentos de esta edición son historias cortas y fantásticas, que pueden ser leídas tanto por niños como por adultos. Todas tienen un final feliz, el bien vence sobre el mal. Los personajes se transforman en auténticos magos dotados de poderes que traspasan todas las dificultades y leyes naturales.
En el prefacio, Calvino afirma que los cuentos contienen verdades intrínsecas. No se trata de imaginación, sino de emprender un viaje a través de los cuentos de hadas.