Disciplina sin lágrimas

[No-Drama Discipline]
Año: 
2018
Género: 
Público: 
Editorial: 
Ediciones B
Ciudad: 
Barcelona
Año de publicación: 
2018
Páginas: 
304
Valoración moral: 
Género: Pensamiento
Sin inconvenientes.
Requiere conocimientos generales en la materia.
Lectores con formación específica en el tema.
Presenta errores doctrinales de cierta entidad.
El planteamiento general o sus tesis centrales son ambiguos o se oponen a las enseñanzas de la Iglesia.
La obra es incompatible con la doctrina católica.
Calidad literaria: 
Recomendable: 
Transmite valores: 
Contenido sexual: 
Contenido violento: 
Lenguaje vulgar u obsceno: 
Ideas contrarias a la doctrina de la Iglesia: 
La calificación de las distintas categorías proviene de la opinión de los colaboradores de Delibris

Es un libro sobre el modo más fecundo de educar dirigido especialmente a padres de niños pequeños. Sin embargo por la riqueza de los principios de fondo puede ser aplicable a todos los educadores y formadores. La antropología que está implícita es la que considera a la persona humana como centro de todo el proceso educativo por su altísima dignidad, y las relaciones interpersonales como vía para formar a fondo. Aunque no lo mencione explícitamente hay una alta estima de la libertad de cada persona y se parte de la premisa de que cada una es única e irrepetible. En este sentido la lectura de esta obra se recomienda a quienes juegan un papel central en el proceso educativo o formativo de cualquier ser humano.

El objetivo de los autores se capta al leer el subtítulo: Una guía imprescindible para orientar y alimentar el desarrollo mental de tu hijo. Son conocidos por el libro que escribieron previamente y que se convirtió en best seller, El cerebro del niño. Sugieren un enfoque distinto de la disciplina, que alcance no sólo la meta inmediata sino que llegue a largo plazo para que crezcan como personas. Este camino es llamado la disciplina relacional. El estilo privilegia el respeto y relega a segundo término el conflicto. Se utilizan límites claros y coherentes. Es el enfoque del Cerebro pleno, sin lágrimas. Se sugieren principios y estrategias para eliminar la mayor parte de los enfrentamientos y las emociones fuertes que suelen caracterizar la disciplina. Se busca fortalecer la relación entre educando y educador y ayudar a moldearlo de forma más humana. Tiene una base científica experimental fruto del estudio del cerebro.

La disciplina no es sinónimo de castigo. Se trata de formar para que los niños desarrollen destrezas y la capacidad para manejar con flexibilidad situaciones exigentes, frustraciones y tormentas emocionales que pueden hacerles perder el control. Es una disciplina afectuosa, respetuosa, coherente y efectiva. Se trata de decir no a la conducta errónea, pero sí al niño. El camino es conectar y redirigir. La relación triunfa sobre cualquier conducta concreta. La conexión ha de ser profunda y empática, combinada con límites claros y firmes. Después se ha de redirigir la conducta para que sea más apropiada y ayudarles a encontrar un comportamiento mejor. 

Disciplina sin lágrimas tiene que ver con escoger situaciones corrientes, puntuales y utilizarlas como oportunidades para establecer contacto con los niños y enseñarles lo que es importante. Así se comunica amor, respeto y compasión. Cuando se producen rupturas vendrá la reparación. Para no reaccionar con piloto automático ante el comportamiento se sugiere hacerse tres preguntas: ¿por qué ha actuado así?, ¿qué quiero enseñarle en este momento? y ¿cuál es el mejor modo de enseñárselo? Los autores no aceptan los azotes ni el aislamiento, porque su experiencia es que son contraproducentes. Los niños aumentan su enojo y se vuelven más disfuncionales. 

El cerebro es cambiante pues se desarrolla con el tiempo. Es cambiable, es decir puede ser moldeado de forma intencional mediante la experiencia. Es complejo por ser polifacético, posee diferentes áreas responsables de distintas tareas. Y además el educando es libre, por lo tanto no siempre tendrá la conducta que de él se espera. La conexión integra el cerebro y hace sentirse seguro al niño. 

Cuando un niño está haciendo un berrinche, está sufriendo emocionalmente y necesita calma, afecto y estímulo que se transmite con la conexión. Se trata de estar en sintonía. Escuchar más y hablar menos. Para redireccionar hay que esperar a que el niño esté preparado. El padre ha de ser coherente pero no rígido sino flexible. El objetivo de la disciplina es enseñar. El primer paso es prestar atención a las emociones de los niños. Cuando los niños están alterados es cuando más necesitan a sus padres. 

Termina esta obra con cuatro mensajes de esperanza. No existe ninguna varita mágica. Los hijos se benefician incluso cuando los padres lo echan todo a perder. Siempre se puede reconectar. Nunca es demasiado tarde para realizar un cambio positivo. Hasta los padres más fantásticos cometen errores. Y hay algunos más comunes, que mencionaré. Pensar que si se está imponiendo disciplina no se puede ser afectuoso ni acogedor. Exagerar, por lo que los niños se centran más en la exageración que en sus acciones. Quedar atrapados en luchas por el poder. Dar por supuesto lo peor antes de dejar que el niño se explique.

Autor: Marcela Navarro Hernández, México
Fecha de actualización: Ene 2023