En este libro el autor muestra sus conocimientos de psiquiatría, neurobiología, psicología y educación. El subtítulo refleja bien el contenido, El poder y el propósito del cerebro adolescente. El estilo es divulgativo, claro, sencillo, informal -mantiene un diálogo con el lector a quien interpela continuamente-, y atractivo. Quizá su mayor riqueza está en que parte de una visión muy positiva de la adolescencia y presenta un panorama alentador para los padres y educadores. Desmonta muchos mitos creados alrededor de esta etapa de la vida. Es un tiempo esencial de intensidad emocional, implicación social y creatividad. Se logra ayudar al adolescente a través de relaciones interpersonales de calidad.
Conocer el cerebro puede ayudarnos en nuestra experiencia interna y con las conexiones sociales puesto que influye grandemente en la mente. Así se logra aprovechar el poder creativo de la adolescencia y se acerca a ella con más sabiduría, perspicacia y comprensión. Se trata de encauzar sus potencialidades y aprovechar su fuerza. Al entender los importantes cambios cerebrales tanto los adolescentes como sus padres construirán una comunicación abierta y colaborativa. Cuando se penetra en el modo como trabaja el cerebro es más sencillo controlar sus impulsos, tomar decisiones positivas y hacer cambios que mejoren la propia vida.
El alejamiento de las maneras tradicionales de hacer las cosas y de pensar la realidad puede tener un riesgo pero también puede dar lugar a formas de pensamiento originales que permiten modos nuevos y creativos de hacerlas. Hay que buscar el equilibrio entre las decisiones personales de nuestros adolescentes y nuestras normas paternas y preocupaciones. Es lo que la ciencia llama “parenting democrático”, un enfoque positivo basado en el afecto, el establecimiento de límites y el respeto a la autonomía en fases adecuadas para cada edad.
La herramienta que el autor utiliza más es el “mindsight” que es la habilidad de conocer la propia mente. Con ella ésta se fortalece, el cerebro se hace más flexible y resistente y se mejoran las relaciones. Es el método para centrar la atención. Incluye tres habilidades fundamentales: la visión interna, la empatía y la integración. Propone muchos ejercicios prácticos sencillos de realizar. Ilustra sus planteamientos con casos de sus terapias, ejemplos de sus hijos o de otras familias que trata. Siempre sugiere establecer una colaboración entre generaciones. Aprender a tratar con las emociones significa ser consciente de ellas y modificarlas desde el interior para poder pensar con claridad. A veces nombrarlas ayuda a entenderlas.
Habla del tiempo interior como una forma de vivir con sentido, compasión y propósito. Ayuda a crecer en sabiduría. El ejercicio de atención contiene cuatro elementos: curiosidad por lo que está pasando, abrirse a lo que pasa, aceptar que este es el momento presente abandonando todos los juicios al respecto y tener una actitud afectuosa hacia la experiencia y hacia uno mismo. Otro método para conectar con los demás de manera integradora es el diálogo reflexivo. Siempre es necesario reparar las rupturas, es decir dar un paso hacia una persona para reconectar con ella.
Las relaciones más cercanas dan forma a nuestra personalidad a lo largo de toda la vida. Cuando se entiende qué sucedió y cómo respondimos a las experiencias del pasado, se puede abrir la vida a formas de relacionarse más sanas con los demás y con uno mismo. Son particularmente influyentes para el desarrollo mental las experiencias de la infancia. Las importantes conexiones con los padres y otras personas que nos han cuidado se llaman “relaciones de apego”. Hay dos tipos de modelo: uno seguro y otro inseguro. Desarrollar modelos de apego seguros es una forma significativa de apoyar en la adolescencia. Se trata de ofrecer apoyo mediante la flexibilidad, la comprensión y la empatía.
Cuando hubo modelos de apego inseguros se puede desarrollar la integración cerebral al comprender lo que ha pasado en nuestra vida. Cuando le damos sentido a la vida, podemos desplazar los modelos de la inseguridad a la seguridad. Por muy complicado que sea nuestro pasado siempre hay salidas posibles. Nunca es demasiado tarde para integrar el cerebro. Por eso los padres pueden crear un puerto seguro y una plataforma de lanzamiento para adolescentes.
El tipo de educación infantil que ayuda a crear las mejores condiciones para el niño y el adolescente es la presencia. Estar presente significa que sintonizamos con lo que está pasando en el mundo interior y creamos el medio esencial para sentir sus sentimientos. Hay que ofrecer nuestra presencia a aquellos que amamos para que surja la confianza. Las experiencias de apego y el temperamento interaccionan para formar la personalidad. Una necesidad humana a la que nos enfrentamos en este momento crucial de nuestra historia -la adolescencia- es la de desplazar nuestro interés del “yo” al “nosotros”.
El autor afirma que tener relaciones sexuales fuera del contexto de una relación sólida puede presentar considerables complicaciones, el sexo es menos rico y puede debilitar la profunda conexión íntima que forma parte de cualquier relación sexual. No se pronuncia en contra de las relaciones sexuales fuera del matrimonio y da por hecho que son una conducta habitual entre los adolescentes, simplemente sugiere que se cuiden las medidas necesarias para evitar contagios y embarazos no deseados. En un ejemplo de su terapia habla de la orientación sexual sin unirla a la naturaleza de la persona. Está de acuerdo en que si un joven experimenta atracción por otro varón siga esas inclinaciones, aunque sucede en la minoría de los individuos.