El objetivo del libro es proporcionar estrategias para la flexibilidad mental que es un estilo de vida que permite adaptarse mejor y abrirse al cambio. El autor confronta las características de una mente flexible con las de una rígida y otra que llama “líquida”. Tiene ideas interesantes y útiles como la importancia de la humildad intelectual, el descentramiento del yo, el pensamiento lúdico como camino para la salud mental, quitar prejuicios, el valor grande del pluralismo, alejarse de una visión simplista del mundo.
La obra se mueve en dos niveles, el filosófico, y el propiamente psicológico de la ciencia positiva y experimental de donde procede la terapia cognitiva. Estos campos no se distinguen por lo que surgen algunos errores en el plano de la teoría del conocimiento o gnoseología: el autor llama dogmatismo a las creencias religiosas que son inamovibles; no señala la diferencia entre materias necesarias donde se puede llegar a la certeza y otras opinables que son relativas; niega la posibilidad de la certeza aún en cuestiones de fe; considera la Edad Media como una época retrógrada; afirma que nunca se alcanza la verdad pues todo es discutible.
En algunos momentos cae en eclecticismo pues asume posturas de autores tan distintos e incompatibles como Aristóteles, Nietzsche, Platón, Heráclito, Demócrito, Anthony de Mello, Hans Kung, Bauman, entre otros. En varios ejemplos hay un uso inadecuado de la terminología propia del sexo que resultan molestos.