Las consideraciones que se hacen tienen como finalidad brindar al lector luces para entender que el líder ético es quien sabiamente decide bien. Para entenderlo el autor hace una reflexión sobre las raíces antropológicas de la persona humana pues liderar supone, en primer lugar, mover, motivar, entusiasmar y educar. El auténtico líder sabe gestionar su vida con honestidad y coherencia entre el ser y el actuar. Una conducta ética está apoyada en hábitos por lo que la ética personal y la profesional son inseparables. En un buen líder sus buenas obras son consecuencia de que él mismo es una persona buena. Es buen líder, el líder prudente.
Si el líder no influye en las motivaciones que tienen los otros para optar por el bien, no es un verdadero líder. En un liderazgo ético mandar es sinónimo de servir. El factor más motivador para una persona es amar y sentirse amada. Esto es aplicable al líder en cualquier tipo de organización. El líder ha de saber conjugar este amor a cada persona con el bien común de la institución. Vivir con coherencia ética lleva a la felicidad y a conducir a los demás por caminos de plenitud.
El estilo del texto es claro, asequible, profundo, bien fundamentado, preciso, con un aparato crítico lleno de riqueza. Lleva a la reflexión. Quizá es “políticamente incorrecto” porque lo usual en muchas organizaciones no es servir y amar, sino mandar y competir. Justamente por eso tiene un valor especial escribir contracorriente en un mundo donde prevalece el bien personal sobre el bien común y el capital sobre la persona.