El autor es doctor en Medicina y en Teología, catedrático de Antropología y Ética en la Universidad Internacional de la Rioja y profesor de posgrado en la Universidad Complutense de Madrid. Define la serenidad como la paz en la adversidad, la calma en la dificultad. La persona serena sabe desdramatizar y ver los inconvenientes de forma realista y positiva, sin desalentarse ni desanimarse. El libro se apoya en los últimos conocimientos de la neurobiología, que aportan pautas para aprender a vivir así. Afirma que el cerebro goza de una gran plasticidad, es maleable y moldeable, incluso a avanzada edad. Uno de los grandes retos de nuestro tiempo, sobre todo para gente más entrada en años, consiste en la capacidad de adaptarse a los cambios.
Con esa adaptación se produce una reorganización de los patrones y redes neuronales, y la persona recupera la serenidad. Lo más importante para la salud cerebral no es tanto el conocimiento que se acumula a lo largo de la vida, sino el afán diario por aprender y asimilar nuevas realidades. Se trata de buscar soluciones mediante una reflexión detenida y cuidadosa, sin agrandar o minimizar los problemas y, sobre todo, sin huir de la responsabilidad de afrontarlos y de ver los errores como oportunidades para aprender. Tener orden interior equivale a llevar una vida coherente y resulta -desde el punto de vista neurobiológico- muy favorable porque es el estado cerebral que menos energía consume. Se hace una invitación a superar las representaciones limitantes que son el origen de muchas disonancias cognitivas en las relaciones interpersonales.
La capacidad de entusiasmarse contribuye, de manera decisiva, a que el cerebro desarrolle todo su potencial. La alegría de vivir y de disfrutar de las cosas buenas de la vida es esencial para la salud. Por eso se entiende fácilmente que aquellas personas que saben autogobernarse, es decir, vivir en armonía consigo mismas, lleven una vida más lograda. Poner la cabeza en lo que requiere atención, evitar huir de lo que suponga esfuerzo, no dejar para después lo que podamos hacer ahora son hábitos sobre los que se podrá construir una personalidad serena.
Internet está cambiando nuestro modo de pensar, dificultando nuestra capacidad de atención con sus continuas distracciones e interrupciones, erosionando nuestro pensamiento profundo y obstaculizando nuestra capacidad de concentración. Hasta tal punto que, debido a la inmediatez de la red, leer un libro y asimilar textos largos es cada vez más costoso. La red fomenta la búsqueda, pero perjudica la capacidad para mantener la atención. Nos hace menos contemplativos y reflexivos y por ello erosiona la capacidad de pensar de forma autónoma y profunda. Las nuevas tecnologías tienen un precio, el debilitamiento del pensamiento más profundo, conceptual, crítico y creativo, que necesita reflexión y aislamiento y no la distracción permanente que supone conectarse. La capacidad para centrarse en una sola cosa es clave en la memoria a largo plazo, en el pensamiento crítico y conceptual y en muchas formas de creatividad.
El bienestar psíquico, corporal y, en concreto el cerebral, dependen de la calidad de las relaciones interpersonales. Cuando las relaciones humanas disminuyen y, sobre todo, se deterioran tanto cuantitativa como cualitativamente, las enfermedades afloran y aumentan. El talante contemplativo -lleno de serenidad-, no está previsto en el perfil del hombre actual, que va por la vida frenéticamente. Un hombre es feliz si realiza lo que verdaderamente quiere, iluminado por su conciencia, y lo que puede, contando con unos límites y siendo capaz de aceptarse a sí mismo, a los demás y, especialmente, a la realidad tal y como viene dada.
Es un libro de divulgación útil en su estilo, sencillo de leer para todo público. Quizá algunas afirmaciones requieren más explicación y puede dar la impresión -en algunos momentos- de que se mezclan dimensiones: la científico-experimental con la filosófica sin hacer las aclaraciones pertinentes. Su lectura puede ayudar a recuperar el sosiego y a buscar tener un temple más reflexivo ante la vida.