Segunda novela de las seis que el autor piensa escribir sobre la figura de Julio César. Los acontecimientos históricos relatados son, casi todos, verificables por las fuentes clásicas y cuando no lo son, el autor lo advierte en la nota final. Hay quien reprochará a Santiago Posteguillo que incluya en el desarrollo de la novela episodios interesantes del último siglo de la República Romana que poco tuvieron que ver con Julio César, por lo que le parecerá que están ahí para contextualizar y también para rellenar páginas.
Poco fidedignas resultan los retratos psicológicos y éticos de los protagonistas. De Julio César se pueden decir muchas cosas, excepto que fue un buen hombre, y menos aún, que fuera un hombre moral. El señor Posteguillo ha redactado un cómic en blanco y negro en el que todas las cualidades positivas están en el bando, familia y amigos de César y las negativas en el contrario: Pompeyo, Catón, Cicerón.
Esta visión adolescente del pasado, quizás algo maniquea y acrítica, hace la lectura irrelevante desde el punto de vista del conocimiento del personaje. Por eso lamento que el gran potencial de esta historia se haya convertido en un spaguetti-peplum.